jueves, 8 de noviembre de 2012

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS

El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja
granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora
eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y luego su antiguo
camión se negó a arrancar.

Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me
invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo
brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con
ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación.

Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos
y le dio un beso a su esposa.

Posteriormente me acompañó hasta mi automóvil. Cuando pasamos cerca del
árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer
un rato antes.

“Oh, ese es mi árbol de problemas”, contestó. Sé que yo no puedo evitar
tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no
pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente
los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana
los recojo otra vez.


Lo divertido es, añadió sonriendo, que cuando salgo en la mañana a
recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche
anterior…

DESCONOCIDO

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