jueves, 18 de agosto de 2011

Observando al observador

Atisha fue un gran maestro indio del siglo IX, el cual viajó al Tíbet para dar impulso al budismo. Los siete puntos para la transformación de la mente fue su obre cumbre escrita en sutras. Éste es uno de los siete sutras de su obra explicado por Osho.

Capta el principio de los dos testigos
 
Este sutra tiene dos significados. Ambos hay que entenderlos.
El primer significado: hay dos clases de testigos. Una clase es la gente que me rodea. Soy constantemente consciente de que me observan, de que hay testigos.
Esto me crea un tipo muy sutil de ansiedad. Tengo una suerte de miedo de no ser apreciado.
Puede que no alimenten mi ego, puede que no les guste, puede que me rechacen. Ahora tengo que actuar de tal manera que obtenga su aprecio
Tengo que reforzar sus egos con la esperanza de que ellos en respuesta refuercen el mío.
 
Esta es la primera clase de testigo. Los otros son testigos, Vivo para los demás. Estoy siempre ajustándome a los demás, porque sólo soy feliz si los demás están contentos conmigo. Busco inconscientemente el aprecio con un
sencillo propósito: que mi ego salga fortalecido.
Esta es la situación en la que vive el 99,9 por ciento de la gente.
Conozco sólo una clase de testigo: el otro. Y el otro siempre me crea ansiedad.
La individualidad es la fragancia de un ser verdaderamente centrado, de uno que sabe quién es. Si no cultivo la individualidad, al menos puedo conseguir una personalidad. Y la personalidad hay que obtenerla. La individualidad es mi crecimiento más íntimo, es un crecimiento; no necesito obtenerla de nadie y nadie puede dármela. La individualidad es mi desarrollo.

Pero la personalidad se puede obtener, la gente puede dármela. De hecho, sólo los otros pueden dármela.
Si me encuentro solo en el bosque no tendría ninguna personalidad. Tendría individualidad pero ninguna personalidad en absoluto. Si me encuentro solo en el Himalaya, ¿quién soy yo?, ¿un santo o un pecador? No hay nadie para apreciarme o para condenarme, no hay nadie para hacerme famoso, notorio. No hay nadie excepto yo mismo.

No soy ni santo ni pecador.
No soy ni una persona muy importante, ni un don nadie, porque para ser cualquiera de las dos cosas necesito al otro. Se necesitan los ojos del otro para reflejar mi personalidad.
Yo no soy una cosa ni la otra. Yo soy, pero soy en mi realidad; a mi no me crean los otros .Soy como soy en mi completa desnudez, en mi autenticidad.
En los diccionarios, "personalidad" e individualidad" son sinónimos. En la
vida no lo son. La personalidad es falsa, una simulación, una fachada. La individualidad es mi verdad
.
Y el día en que disfrute de mi individualidad,
seré libre. Libre de mi dependencia de los demás.
¿Para qué quiero que un gran número de personas me preste atención? ¿Para qué ansío eso? Para crear la personalidad. Y cuanto más personalidad cree en
torno mío, menos será la posibilidad de conocer mi individualidad.

Para poder responder a la pregunta ¿quién soy yo?, por mí mismo, debo confrontarme conmigo mismo. No debo interesarme en las respuestas de los demás.
 
La segunda clase de testigo es totalmente diferente, justo su polo opuesto.
No ansío la atención de los otros, sino empiezo a prestarme atención a mí mismo. Me convierto en testigo de mi propio ser.

Empiezo a observar mis pensamientos, deseos, sueños, motivaciones, avaricias y envidias. Creo una nueva clase de consciencia dentro de mí.
Me convierto en un centro, un centro silencioso que observa todo lo que sucede.
Aparece en mí la ira, y la observo. No estoy tan sólo enojado, sino que además, lo estoy observando. Y el milagro es que si observo la ira, ésta desaparece sin que sea reprimida.
Cuanto más reprimo algo, más profundo va en mi inconsciente. Se vuelve parte de mis cimientos. Es como una herida supurante. Simplemente por taparla no recobra la salud, la herida no se cura.

La segunda clase de testigo crea un tipo de persona completamente diferente.
Crea al sabio. El sabio es aquel que sabe quién es. No por medio de los demás.
El sabio tiene su propia visión y el coraje de vivirla.

El sabio tiene consciencia y la consciencia no tiene futuro, no tiene motivación, es un gozo por sí misma. No es un medio para un fin. Es un fin en sí misma.
 
Este sutra tiene también otro significado. El otro significado es: primero seré testigo de los objetos de la mente.
Seré el testigo de los objetos de la mente, seré testigo de los contenidos de la mente. Observaré todo lo que pase ante mí. Sin evaluación, sin juzgar ni condenar. No estaré a favor ni en contra.
Y en segundo lugar, seré testigo del testigo mismo. Lo primero conduce a lo segundo. Empezaré observando mis pensamientos, pero no me quedaré ahí. Ahora observaré al observador. Ahora seré testigo del testigo.
Me volveré de pronto consciente de la consciencia misma. Observando la mente, la mente desaparece.  Observando al testigo, el testigo se expande y se vuelve universal.

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