lunes, 29 de agosto de 2011

FABULA DE LA TORTUGA Y LA LIEBRE (Versión mejorada........y actualizada).

  Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida.
  Para dirimir el argumento, decidieron correr una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió. La tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y terminó primera, declarándose vencedora indiscutible.

  Moraleja: Los lentos y estables ganan la carrera.


  Pero la historia no termina aquí: La liebre, decepcionada tras haber
  perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció sus errores. Descubrió
que había perdido la carrera por ser presumida y descuidada. Si no
hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido.
Entonces, desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez, la
liebre corrió de principio a fin y su triunfo fue evidente.


  Moraleja: Los rápidos y tenaces vencen a los lentos y estables.

 Pero la historia tampoco termina aquí: Tras ser derrotada, la tortuga
reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma
de ganarle a la liebre en velocidad. Como estaba planteada la carrera,
ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero
propuso correr sobre una ruta ligeramente diferente. La liebre aceptó y
corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho
río. Mientras la liebre, que no sabía nadar, se preguntaba "¿qué hago
 ahora?", la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso y
terminó en primer lugar.

Moraleja: Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y
 cambian el entorno para aprovecharla, llegan primeros.

 Pero la historia tampoco termina aquí: El tiempo pasó y tanto
compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose buenas
 amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron
repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo. En la
primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí,
 la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la
 orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la
 meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, sintieron
una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus
logros individuales.

  Moraleja: Es bueno ser individualmente brillante y tener fuertes
 capacidades personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con
 otras personas y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno,
 no seremos completamente efectivos. Siempre existirán situaciones para
las cuales no estamos preparados y que otras personas pueden enfrentar
mejor.


  La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital: cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una

 situación, complementamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos
 nuestros recursos...y obtenemos mejores resultados!

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